LEYENDA DEL RUISEÑOR
En un pueblo lejano de Inglaterra vivía una hermosa princesa llamada Victoria, cuya voz florecía las plantas, serenaba el cielo y conquistaba a cualquier hombre. Pero la única motivación para Victoria al cantar era satisfacer a su enamorado a quien ella amaba profundamente, pero no se les permitía estar juntos ya que él no pertenecía a la realeza.
Una tarde, un príncipe de grandes riquezas arribó al palacio de Victoria con el propósito de desposarla ya que él anhelaba sus hermosos cantares. El padre de Victoria se sintió atraído por esta propuesta y aceptó, obligando a su hija a casarse con el príncipe sólo por interés.
Cumplida la boda, el príncipe notó que Victoria realmente no lo amaba y que si no tomaba medidas muy pronto ella escaparía, por esta razón decidió encerrarla en una jaula y así ella se vería obligada a permanecer a su lado.
El príncipe aprisionó a Victoria y la forzó a cantar para él todas las tardes. Victoria se entristeció al ver que permanecería encerrada el resto de sus días y, muy deprimida, dejó de comer y de beber y enfocó todos sus esfuerzos en sus cantos con la esperanza de que, satisfecho, el príncipe la liberara.
Pero así no fue lo sucedido; cuanto más bello Victoria cantaba, el príncipe más lo disfrutaba y menos la dejaría en libertad, y cuanto más Victoria se esforzaba, más se debilitaba.
Victoria continuó su ayuno hasta que el cuerpo ya no le respondió y cayó muerta al suelo. En el momento de su muerte se transformó en un precioso ruiseñor que a partir de entonces, se posó todas las mañanas en la ventana de su enamorado a entonar las más hermosas melodías, para que él nunca la olvidara.